Desde el año 1977 con las primeras elecciones democráticas, la situación del teatro en España ha venido experimentado una transformación notable. Con anterioridad al año 1975 y coincidiendo con la dictadura, el teatro intelectual comprometido, tuvo una importante función reivindicativa de las libertades sociales y políticas, esta función de oposición se fue debilitando de forma natural durante los años de la transición, desapareciendo en este aspecto por completo al llegar hasta a hoy día.
En los años ochenta y parte de los noventa existió una marginación de los autores españoles vivos de las salas públicas, llegando a convertirse en un problema que ha llevado a muchos de estos autores a trabajar en la gestión de salas alternativas con el fin de mantenerse dentro del sistema de producción teatral. Coincidiendo con esta dificultad también les sirvió para obtener un impulso y llegar a convertirse en empresarios y directores de sus propias producciones, abordando temas en sus obras como los nuevos modelos femeninos, fruto de las transformaciones sociales experimentadas en nuestro país durante las últimas décadas. Una de las tendencias del teatro español contemporáneo gira en torno a la crítica de la política y de la relación del artista con el poder, coincidiendo en parte con el objetivo inicial del teatro en los años del franquismo.
Actualmente las preferencias de programación de los teatros públicos están regidas por claros intereses, donde se mezclan los resultados de taquilla con limitaciones de presupuesto y cuestiones políticas, no obstante son los menos, y a diferencia de esta minoría, nos encontramos ante una época óptima para las artes escénicas, para el teatro, atendiendo a una demanda de cultura más que evidente por parte del público.
Además el espectador exige calidad en las obras y en su representatividad, además de una amplia programación en los distintos teatros tanto públicos como privado, a lo que responden generosamente bien a las representaciones que se dan en los teatros de la ciudad de Sevilla.
Con normalidad los teatros suelen presentarse con afluencia de público, no se da el lleno absoluto, pero si existe una gran masa de ciudadanos que acude al teatro con deseo de pasar un buen rato disfrutando de una obra de cualquier índole. En el caso del teatro Central, gestionado por la Junta de Andalucía, el público es diferente al del resto de teatros de la capital hispalense, por ejemplo del que acude al Lope de Vega, porque busca algo diferente y específico; y allí lo encuentra. Además sabe que lo que en el Teatro Central se representa tiene una excelente calidad, al igual que los grandes espacios teatrales de grandes ciudades nacionales e internacionales y esto tiene gran aceptación por parte de los ciudadanos y sevillanos.
A pesar de la gran crisis económica en la que se ha visto inmerso el país desde el año 2008, la afluencia de público a los teatros no ha decaído, sino más bien al contrario. En épocas de recesión, la ciudadanía necesita aún más de obras de teatro, de espacios culturales donde compartir momentos con amigos y conocidos o simplemente por el enriquecimiento personal.
El teatro público (al igual que el privado, aunque este en menor medida) también se ha visto afectado por la situación, ya que ha sufrido recortes de presupuesto, similares a las que se han producido en otras áreas de instituciones públicas, pero es en este ámbito donde más se aprecia el ajuste debido a que determinados momentos no se ha sabido dar el valor y la proyección que tienen las artes escénicas, y en este caso el teatro, para las personas. No se ha apreciado anteriormente ni tampoco ahora adecuadamente, la actividad creadora y cultural, la responsabilidad social que se traslada al público y el beneficio que produce en la sociedad en su conjunto. De ahí, quizás que los presupuestos de cultura sean tan escasos, a pesar de que hoy día el avance con respecto a otras épocas anteriormente mencionadas. Sin embargo, desde las instituciones se ha tratado de paliar lo más posible este hecho para que el espectador no tenga que renunciar a nada.
Con la implicación de todos los colectivos que rodean la actividad teatral en Sevilla, apoyado desde las instituciones pertinentes, sumado a todos los estudiantes y amantes de este el gran arte escénico que tanto enriquece al ser humano desde las “orchestras” la antigua Grecia allá entre los años 350 a.c y 220 a.c, dará lugar el gran impulso necesario para que a medida que transcurra el tiempo, se le otorgue el valor justo y necesario a esta expresión cultural.
En los años ochenta y parte de los noventa existió una marginación de los autores españoles vivos de las salas públicas, llegando a convertirse en un problema que ha llevado a muchos de estos autores a trabajar en la gestión de salas alternativas con el fin de mantenerse dentro del sistema de producción teatral. Coincidiendo con esta dificultad también les sirvió para obtener un impulso y llegar a convertirse en empresarios y directores de sus propias producciones, abordando temas en sus obras como los nuevos modelos femeninos, fruto de las transformaciones sociales experimentadas en nuestro país durante las últimas décadas. Una de las tendencias del teatro español contemporáneo gira en torno a la crítica de la política y de la relación del artista con el poder, coincidiendo en parte con el objetivo inicial del teatro en los años del franquismo.
Actualmente las preferencias de programación de los teatros públicos están regidas por claros intereses, donde se mezclan los resultados de taquilla con limitaciones de presupuesto y cuestiones políticas, no obstante son los menos, y a diferencia de esta minoría, nos encontramos ante una época óptima para las artes escénicas, para el teatro, atendiendo a una demanda de cultura más que evidente por parte del público.
Además el espectador exige calidad en las obras y en su representatividad, además de una amplia programación en los distintos teatros tanto públicos como privado, a lo que responden generosamente bien a las representaciones que se dan en los teatros de la ciudad de Sevilla.
Con normalidad los teatros suelen presentarse con afluencia de público, no se da el lleno absoluto, pero si existe una gran masa de ciudadanos que acude al teatro con deseo de pasar un buen rato disfrutando de una obra de cualquier índole. En el caso del teatro Central, gestionado por la Junta de Andalucía, el público es diferente al del resto de teatros de la capital hispalense, por ejemplo del que acude al Lope de Vega, porque busca algo diferente y específico; y allí lo encuentra. Además sabe que lo que en el Teatro Central se representa tiene una excelente calidad, al igual que los grandes espacios teatrales de grandes ciudades nacionales e internacionales y esto tiene gran aceptación por parte de los ciudadanos y sevillanos.
A pesar de la gran crisis económica en la que se ha visto inmerso el país desde el año 2008, la afluencia de público a los teatros no ha decaído, sino más bien al contrario. En épocas de recesión, la ciudadanía necesita aún más de obras de teatro, de espacios culturales donde compartir momentos con amigos y conocidos o simplemente por el enriquecimiento personal.
El teatro público (al igual que el privado, aunque este en menor medida) también se ha visto afectado por la situación, ya que ha sufrido recortes de presupuesto, similares a las que se han producido en otras áreas de instituciones públicas, pero es en este ámbito donde más se aprecia el ajuste debido a que determinados momentos no se ha sabido dar el valor y la proyección que tienen las artes escénicas, y en este caso el teatro, para las personas. No se ha apreciado anteriormente ni tampoco ahora adecuadamente, la actividad creadora y cultural, la responsabilidad social que se traslada al público y el beneficio que produce en la sociedad en su conjunto. De ahí, quizás que los presupuestos de cultura sean tan escasos, a pesar de que hoy día el avance con respecto a otras épocas anteriormente mencionadas. Sin embargo, desde las instituciones se ha tratado de paliar lo más posible este hecho para que el espectador no tenga que renunciar a nada.
Con la implicación de todos los colectivos que rodean la actividad teatral en Sevilla, apoyado desde las instituciones pertinentes, sumado a todos los estudiantes y amantes de este el gran arte escénico que tanto enriquece al ser humano desde las “orchestras” la antigua Grecia allá entre los años 350 a.c y 220 a.c, dará lugar el gran impulso necesario para que a medida que transcurra el tiempo, se le otorgue el valor justo y necesario a esta expresión cultural.
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